LA LEY DE LA CONTIGÜIDAD Y LA LEY DE LA CONTINGENCIA:
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[image caption=”Nacho con -Nacho- perrera municipal de Pamplona”]http://www.efpc.es/wp-content/uploads/2016/02/nacho-pamplona.jpg[/image]
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La ley de la contigüidad es la base del aprendizaje asociativo: “dos hechos que ocurren juntos quedarán asociados tras sucesivos emparejamientos”. Esto ya fue sugerido por Aristóteles en su frase “Cuando dos cosas suelen ocurrir juntas, la aparición de una traerá la otra a la mente”. En la ciencia actual del mundo animal haremos desparecer la palabra mente y la cambiaremos por asociación condicionada. Ej.: Un perro al oír un sonido recibe un premio, de esta forma después de repetirse varias veces, el sonido quedará asociado al premio y a la vez emparejado.
Pero esta ley solo se cumple si se produce contingencia (Rescorla 1968), es decir, para que un animal asocie dos estímulos no basta con que estos aparezcan juntos varias veces, sino que es necesario que la aparición de uno dependa de la presencia del otro, es decir que sea contingente (Ley de la contingencia). Por ejemplo, no basta con que el sonido se presente solo antes del premio, sino que también no se presente el sonido en ausencia del premio. Para poder hablar de contingencia entre dos estímulos A y B, no basta que la presencia de A vaya seguida de B (que sería contigüidad) sino que también la ausencia de A implique ausencia de B. En términos de psicología del aprendizaje , la contingencia se obtiene comparando dos probabilidades, la de que el Estímulo Incondicionado (Por ejemplo Comida) tenga lugar en presencia del Estímulo Condicionado (Por ejemplo sonido) y también con la que tenga lugar en su ausencia.
En términos de condicionamiento operante o instrumental , que el perro no descubra la contingencia entre dos estímulos condicionados es la base para que no descubra la presencia del reforzador, o lo que es lo mismo la presencia de los estímulos condicionados que no estarán presentes en la prueba/demostración o utilización práctica. Por lo tanto, la fuerza del EC= sonido (tanto de su presencia como de su ausencia), dependerá de su valor de predicción. Cuando la excitación es superior a la inhibición se observa una RC excitatoria, sin embargo, cuando sucede lo contrario no se manifiesta ninguna RC porque la tendencia inhibitoria, que rara vez implica una RC observable, reduce la excitación a un nivel inferior a cero.
Existen numerosos elementos contingentes en cualquier actividad de entrenamiento canino: instrumentos al servicio de la formación o de la modificación como los diferentes tipos de collares, correas, arneses, cintas o cuerdas, cordinos, pelotas, comida, determinados escenarios como la pista de trabajo, el parque donde trabaja, el adiestrador presente en las sesiones de entrenamiento con dueños, y por supuesto en los perros de competiciones de adiestramiento ( IPO, Mondioring, OCI etc) donde pueden encontrarse elementos contingentes como los petos o chalecos de los participantes, las diferentes actitudes de un guía sometido a prueba , la megafonía de un estadio, la presencia de publico en las gradas o la ausencia de refuerzos positivos en un rastro.
Por poner un ejemplo, en el trabajo de la llamada con la cinta larga y para que el animal no aprenda cuando la lleva puesta y actúe de forma condicionada a su presencia, es fundamental la contigüidad y la contingencia. Es decir, no basta con que cuando le llamemos, si no viene, tiremos de la cinta (contigüidad), sino que también no haya llamada no cumplida sin posibilidad de tirar de la misma o sin presencia de ella, ya que si le llamamos y no lleva la cinta, el perro aprenderá que este instrumento es la clave discriminativa de la llamada y se condicionara a la presencia de la misma (Contingencia). En ocasiones, ayuda a reducir una posible contingencia llevar el perro con la cinta y dejarle fallar sin tirar de ella (esto se debe realizar muy pocas veces), así el animal no descubrirá que la presencia de la cinta es la clave.
En el trabajo en positivo también se produce obviamente la contingencia, sobre todo cuando el perro descubre que el refuerzo positivo no estará presente en la prueba, de esta forma al no ” intuir” la presencia de la pelota, la comida o el manguito, se decepcionará y su trabajo se vendrá abajo porque el animal “descubre” que un elemento contingente no está presente. Muchos adiestradores creen que lleva a sus perros adiestrados porque los llevan sobornados y no reforzados , y de esta forma el día que desaparece el soborno, desaparece la conducta. El arte y la técnica del adiestramiento consiste que el animal no descubra los instrumentos que provocan los refuerzos positivos o negativos. Para esto en las sesiones de entrenamiento ” todo lo que se pone, luego hay que quitarlo”, pero hay que saberlo quitarlo para evitar así “la maldita” ley de la contingencia que tantos quebraderos de cabeza trae a los adiestradores que se someten a pruebas o a la simple eficacia de su trabajo.
Por lo tanto, es un mito que un perro aprenda de la presencia de un determinado collar, una cuerda o que su guía lleve un premio presente en las sesiones de entrenamiento, salvo que ocurra que en ausencia de estos elementos, se de las órdenes pertinentes y no tengamos posibilidad de reforzar su conducta , es decir no tengamos posibilidad de aplicar el estímulo positivo o negativo. Por esto, debemos evitar que los instrumentos utilizados en el adiestramiento sean contingentes y nos hagamos así “esclavos” de la conducta a formar o modificar.
El anular la posible “predicción” por parte del perro de la aparición del refuerzo en función de los instrumentos utilizados en la formación o modificación de la conducta son la base para que el animal no descubra “La trama del entrenamiento”.
Nacho Sierra
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