¿Por qué se produce una conducta agresiva en los perros?
La conducta agresiva en un perro es natural y forma parte de los mecanismos de defensa de los animales. Dicha respuesta agresiva puede surgir ante estímulos incondicionados (respuesta natural) y también ante estímulos condicionados (aprendidos).
El instinto de defensa (de forma natural y no trabajado) surge cuando el animal se siente amenazado directa o indirectamente (posicionamiento jerárquico, territorio, hembras, recursos: alimentos, huesos, pelotas… y responde así para salir airoso de esa situación que le incomoda. El instinto de defensa busca la huida del supuesto agresor.
Son varias las causas por las que un perro puede llegar a agredir y las he agrupado en cuatro bloques:
A – Son aquellas derivadas del comportamiento natural de un perro.
Se desencadenan ante estímulos incondicionados, generando así respuestas incondicionadas.
Hay muchas acciones humanas que pueden provocar en los perros estas conductas naturales de respuesta agresiva, como:
*Acercarse a acariciar a un perro extraño, quitarle un objeto de su boca o de entre sus patas.
*Acercarse a un perro extraño que está en proceso de cortejo (sexual) con una hembra.
*Entrar en una finca o propiedad custodiada por perros.
*Fijar la mirada hacia un ejemplar desconocido.
*Sujetar a un perro por la “babilla”, levantarle por el cuello o abrirle la boca, aunque sea con intención de juego por nuestra parte etc.
Estas acciones sobre un perro pueden provocar respuestas defensivas.
La posesión del objeto, la conducta sexual, el instinto territorial, la amenaza psíquica a través de la mirada o tocar determinadas “teclas” en el cuerpo de un perro, pueden ser activadoras de los mecanismos de defensa y como consecuencia, puede surgir una conducta agresiva.
B. Causas de base genética y desarrollo ambiental
1- Impulso agudizado de caza (Falsa agresión 1). No se puede considerar una respuesta agresiva, ya que no hay base defensiva, pero muchas veces puede provocar accidentes por mordiscos.
Un alto nivel de este impulso provoca con mayor facilidad que el animal se vea impulsado a perseguir todo lo que se mueve o corre: bicicletas, pelotas, personas haciendo footing o niños corriendo.
En perros poco discriminativos, este impulso exagerado les puede llevar a un estado de no diferenciación de estímulos y provocar accidentes (Tiene una fuerte base instintiva y lógicamente hereditaria).
Un juez lo calificará siempre como agresión, aunque el impulso que lo motive no sea defensivo. Son muchos los casos de niños mordidos por esta causa, ya que son pequeños, se mueven de forma diferente a los adultos, corren y gritan, lo que hace que se provoque, en algunos perros, el inicio del mecanismo de la depredación.
2- Impulso agudizado de presa (Falsa agresión 2).
Tampoco es en principio una conducta agresiva, aunque suele ser la principal causa de graves accidentes a personas, y los que aparecen en los medios de comunicación.
No suele surgir del comportamiento defensivo natural del perro, solo se dispara a través de la fase posterior del impulso de caza, pero con el objetivo de dar muerte a la presa.
En muchos de estos casos, se puede producir un bloqueo nervioso ante la presa (animales, objetos, seres humanos), pudiendo morder de forma compulsiva, sin soltar y haciendo caso omiso de cualquier estímulo exterior que lo evite. Esta aptitud tiene una fuerte base hereditaria y algunos criadores la han fijado en su selección genética a través de la consanguinidad.
Obviamente, la conducta se fortalece si se estimula o entrena con instrumentos y ejercicios motivadores de la presa.
El impulso de presa forma parte del instinto de caza y es una conducta que casi todos los perros tienen en menor o mayor medida.
Estas características fueron fijadas en algunas líneas de sangre de los antiguos perros de agarre como: Pitbull, American Stafford, Bóxer, Presa o Dogo Canario, Stafford Shire, Bull terrier, aunque no son exclusivas sólo de ellas, también se puede observar en razas de utilidad como el Malinois, Rottweiler, Pastores Alemanes y también en muchos perros de caza mayor y mestizos.
Se entiende por tanto que es una tendencia ligada al individuo y no a la raza, aunque en términos estadísticos se pueda presentar en más ocasiones en unas razas que en otras, o mejor dicho en unas determinadas líneas de sangre de algunas razas.
En muchos casos, esa depredación solo parece marcada hacia los de su misma especie, otros perros u otras especies animales.
Esta conducta se suele presentar en ejemplares de gran tamaño, conducta primitiva y sin control de sus dueños, pudiéndose dirigir de forma muy peligrosa y violenta hacia personas (niños y adultos).
Son varios los casos que he visto de ejemplares que sufren un trastorno TOC de bloqueo en presa. Su conducta de estrés y ansiedad solo se libera mordiendo “un manguito”, la correa o el brazo de su guía y así se produce un bloqueo nervioso que hace imposible hacerles soltar la presa por procedimientos normales.
La rehabilitación de estos perros dependerá del grado de desequilibrio emocional.
Los ejemplares con bloqueo nervioso ante la presa no deberían reproducir, ya que pueden transmitir a su descendencia este factor alterado por el hombre y exacerbado de la conducta canina.
3-Timidez de compensación agresiva. Es lo que denominamos como agresión reactiva. Se trata de ejemplares de trato normal con sus dueños y personas conocidas, pero se comportan de forma defensiva (por inseguridad) contra los que no conocen, sean perros y/o personas. Perros que agreden por miedo a las personas u otros perros que no conocen ,cuando se acercan a ellos o les dan la espalda. Se trata de compensar el miedo a través de la agresión y de esta forma se instaura un comportamiento eficaz para el animal (nadie se le acerca, ni le toca) pero incómodo y conflictivo para el dueño.
4-Dominancia bioquímica u hormonal.
Ejemplares dotados con altos niveles de testosterona, líderes por naturaleza, que se rebelan ante la autoridad de sus dueños y como consecuencia pueden responder de forma muy agresiva cuando se les lleva la contraria.
El dominante no sólo puede morder a quien no conoce, sino también a su propio dueño, al que no ve como líder y le controla. Muchos de ellos resultan ser perros “indómitos” que en ocasiones terminan en albergues y protectoras, aunque por suerte la proporción de este tipo de perros es relativamente baja.
Los niveles de dominancia son un factor genético importante, aunque a veces es congénito (se forma durante la fase de gestación del cachorro). Se pueden producir ciertas alteraciones de algunos niveles de neurotransmisores químicos, como la testosterona en los machos o la androstenediona y estradiol en las hembras, pudiendo ser los responsables de que muchos perros y perras tengan un temperamento dominante. Que decir tiene, que lo peligroso para un dueño no es tener un perro con unos altos niveles de dominancia, sino tener un perro dominante no controlado.
C. Causas de origen orgánico
1- Conductas de apariencia “psicótica”, también llamada agresión idiopática.
Respuestas agresivas que se producen repentinamente en algunos ejemplares ante estímulos habituales no ofensivos ni provocadores.
Se observa un cambio en el rostro y el animal pasa con gran rapidez de un estado de calma a la agresión y viceversa. En las taras maniático agresivas (TMA) el animal se muestra agresivo sin estímulo que lo provoque.
En ocasiones, algún tipo de TOC también puede ir “cargado” de agresividad. Este tipo de agresión idiopática se suele dar más en razas muy consanguíneas y en poblaciones endogámicas. Se han encontrado alteraciones anatómicas y fisiológicas en el cerebro de los animales examinados (Eduardo Mentzel) , alteraciones en los niveles de algunos neurotransmisores químicos como la influencia de los niveles de serotonina, vasopresina y oxitocina en perros de este tipo.
2- Conducta agresiva atípica por enfermedades derivadas: alteraciones neuronales, tumores o enfermedades como la encefalitis, hidrocefalia…
En algunos casos, la presencia de estas enfermedades condiciona las posibles conductas defensivas del animal. Su diagnóstico se deberá realizar a través de métodos radiológicos avanzados.
La hidrocefalia puede provocar irritabilidad generalizada y ser una causa de reacciones agresivas, pocas veces constatada por las dificultades veterinarias y el coste económico que supone la realización de una tomografía para poder verificarla.
Si la hidrocefalia fuera grave, si se podría verificar a través de una radiografía, pero si es leve precisa de una tomografía. Esta enfermedad suele aparecer en cachorros entre los 3 y 6 meses de edad.
La agresión puede surgir al tocarle o acariciarle, como posible reacción al dolor y se desarrolla igual con cualquier miembro de la familia que con extraños, (no deberá confundirse nunca con la agresión por dominación).
La hidrocefalia parece afectar más a las razas braquicéfalas y existe una mayor predisposición en algunas como el Bulldog Inglés, Boston Terrier, Bulldog Francés, Pug (Carlino) y otras miniatura como el Bichón Maltés, Lhasa Apso, Caniche Toy, Pekines, Yorkshire Terrier, Chihuahua, Pomerania y Cairn terrier…
D. Causas derivadas de la educación recibida por sus dueños y las condiciones de vida.
1- “Falsos dominantes” (Respuesta dominante aprendida) por falta de liderazgo o control del dueño.
Son perros que, ante el primer intento por parte del dueño de llevarles la contraria, se les dejó responder de forma agresiva.
Son animales que controlan a sus dueños, utilizando la agresión si es necesario, cuando se les intenta obligar.
Los animales, ante la permisividad, miedo o evitación de los dueños, aprenden a utilizar el gruñido y el mordisco como forma de “ganar la situación» , es decir, conseguir no ser molestados.
Este tipo de perros, que son muchas veces considerados como dominantes, suelen ser “falsos dominantes”, ya que verdaderamente carecen de aptitudes temperamentales y “bioquímicas” para el liderazgo.
La mayoría de los problemas que encontramos de perros que muerden a sus dueños provienen de “falsos dominantes”.
2- Neurosis.
Es producida por las condiciones de vida. El aislamiento en perreras o jaulas, el vivir atados a una cuerda o cadena y el mal trato son causas que, sobre todo durante los primeros 9 meses de vida del cachorro, pueden producir graves problemas de conducta. Estos perros neurotizados pueden ser protagonistas de numerosos trágicos sucesos.
En ocasiones, una neurosis se instaura por impedir habitualmente a un animal la posibilidad de discriminar entre estímulos parecidos (positivos y negativos), como en el conocido experimento de Pavlov del círculo y la elipse. Es decir, premiar o castigar de forma habitual una misma conducta, ante un mismo o parecido estímulo, puede ser el comienzo de un comportamiento alterado, lo que llamamos recibir una educación incongruente o sin criterio, de esta forma el perro confunde los estímulos y agrede.
3- Adiestramiento específico para aumentar la susceptibilidad a la agresión.
Un mal adiestramiento de la agresividad de un perro es un elemento importante en el desarrollo de la conducta neurótica.
La agresividad se convierte en el escape a todo el estrés y a la ansiedad concentrada.
En ocasiones, el entrenamiento específico de los perros de pelea, a los que se les neutraliza mediante sparrings, el posible mecanismo natural de inhibición de la agresividad del vencedor frente al vencido, lleva a que el comportamiento salvaje de supervivencia se dispare ante estímulos provocadores.
Estos perros pueden tener percepciones alteradas por el estrés y provocadas por un instinto de presa reforzado. También inadecuados trabajos de adiestramiento, sobre el instinto de defensa del perro, pueden alterar los elementos de discriminación de los estímulos y producir reacciones agresivas basadas en la confusión.
4- El asilvestramiento.
Esto se suele dar más en los medios rurales. Son perros que se han escapado de sus casas o han sido abandonados y viven en estado de libertad, agrupándose en manadas.
Estos perros, también llamados “Cimarrones”, resultan altamente instintivos y han sabido desarrollar su instinto de supervivencia, por lo que se pueden volverse peligrosos para el ganado, otros perros domésticos y hasta para el propio ser humano, al que no temen y conocen su vulnerabilidad.
En muchos casos se han atribuido estos ataques a lobos y posteriormente han descubierto que eran perros cimarrones.
Estos perros asilvestrados también han sido protagonistas de ataques fatídicos a niños y personas mayores en las zonas rurales.